Enrique Urquijo

"Allí seguía la lápida con la figura del corazón de Jesús, su nombre y la fecha de su muerte. Nada había cambiado. Todos habíamos envejecido menos él.

Llegó un día en que fui mayor que mi padre. No se si entiendes lo que eso puede significar..."

Y así es, afortunadamente no cuento de entre mis muertos a nadie conocido que falleciera joven y yo ande cerca de su edad de fallecimiento, sin embargo este pensamiento encontrado en una novela que me estoy leyendo si que me recuerda a un pensamiento que me vino a la cabeza mientras escuchaba la voz de Enrique Urquijo en mi coche. 

Pensé en él y en su biografía. 
Pensé que siempre fue aquel cantante guapo, mayor que yo, que componía unas letras que me emocionaban y en ese pensamiento andaba cuando me di cuenta de que, tuviera la edad que tuviera al fallecer, 39 concretamente y habiéndole superado ya en casi 4 años por delante, siento que toda mi vida lo sentiré como alguien mayor que yo.

Es extraño, pero parece que se queda en nuestra psique la imagen de esa ventaja que nos sacaba, aunque ésta haya quedado paralizada en una imagen estática, sin llegar a soplar más velas que las del viento cuando arrecia.

Cuando termina la canción de un directo que llevo en el coche y se despide con un “hasta siempre” se me encoge la boca del esófago y mi cerebro ensancha mis fosas nasales para inspirar un caudal de oxígeno mayor. 

Le llaman suspiro a ese gesto y no hay vez que no escuche esa despedida que no me pida el cuerpo alimentarlo con uno de esos.

Hasta siempre Enrique, hasta siempre a todos aquellos que quedasteis suspendidos como una mota de polvo en el aire, a esa edad, en la que a poco de suerte que tengamos, acabamos nosotros siendo el hermano, el amigo, la hija o la compañera mayor.

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