Camino futuro

No sé qué va a pasar. 

Se presentan dos escenarios posibles. Uno de ellos da mucho miedo, el otro es un canto a la vida que insufla motivos para continuar.

Mi madre anda sin pilas, sin fuerza, con apatía, sin ganas.

Lleva días diciendo que se siente cansada, aunque haya dormido. 

Como si lo que duerme no le hiciera provecho, como si lo que comiera solo le engordara y la energía si eso, para otros tiempos.

Busco en internet, a ver si eso de la fatiga puede venir de una incipiente depresión. Y si, es uno de los síntomas.

Hoy a las 13:15h le toca oncóloga a mi padre y la escena serán dos septuagenarios sentados frente a una doctora, mesa y papeles mediante, que escucharán angustiados, el resultado.

Si es positivo y “Tomás, han salido bien, no tienes nada”, a mi madre, le comenzarán a brotar, de nuevo, alas en los pies, para seguir caminando en esto llamado vida.

Mi padre, respirará aliviado, aunque no se le notará ningún cambio visible en su estable manera de vivir la vida, vengan buenas o malas.

Si es negativo y “Tomás, hay que hacerte más pruebas porque aquí hay algo y tenemos que darle nombre y apellidos”, a mi madre le lloverán años encima, como ese chirimiri del norte, que sin saber cómo, te ha empapado. Y la fatiga, se hará más fatiga y los años, más años.

Así que a tres horas de esa conversación que puede cambiar muchas cosas, ando yo preocupada por los dos, sabiendo que el camino de cara al futuro es un camino de vulnerabilidades tan grandes o más que las que se viven en la infancia y que de nuevo yo, volveré a ejercer de madre, cuidando, mimando e intentando hacer de ese deterioro inevitable, algo que también valga la pena vivir.

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