Si me arrastrara la corriente

 ¿Cuántas veces nos podríamos enamorar si nos dejáramos arrastrar por ese río de emociones que, en ocasiones, nos remueven las entrañas?

Enamorar es un verbo demasiado grande como para evocarlo tan fácilmente. 

Sin embargo, a mi me pasa que, existe un hombre a cientos de kilómetros de donde yo vivo, al que, se que si hubiera podido conocer más de cerca, la corriente me hubiera arrastrado sin, en ese caso, poder retener mis pies en ninguna orilla. 

Supongo que ante lo desconocido tendemos a suplantarles identidades, decorárselas, moldearlas a nuestro antojo y semejanza, no como a un hijo, pero si como a ese "alguien" al que nos gustaría se pareciera.

Tal vez porque he echado de menos siempre a alguien más combativo, ideológicamente hablando, a mi lado. Tal vez por no sentirme tan sola en este impulso de lucha que siempre me ha caracterizado.

Tal vez por esos anhelos, creí ver en él a ese compañero de lucha social que, además de compañero, ejercía una gran atracción física en mi.

Me leyó aquel texto sincero en el que, desde la rabia, lo nombraba y decidió, acertadamente, que yo no le valía la pena, ni como amiga, ni como compañera de lucha social. Y lo entiendo. Que el mundo está demasiado abarrotado de gente pirada y él andará convencido de que yo me encuentro apretando el grosomodo de esa gente con muchos brillos y pocas luces.

Así que hoy lo he vuelto a recordar y he echado de menos sus textos, su rabia al denunciar injusticias y me he preguntado cuántas veces me podría volver a enamorar si me dejara arrastrar por la corriente.

Al menos una más...seguro.

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