De vez en cuando la vida toma conmigo café
De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla...
La otra noche soñé contigo yaya, de pronto iba a tu casa, a sabiendas de que ya no estabas, porque necesitaba como el aire que respiraba poder acercarme a ti a través de tus cosas inertes, muebles, cuadros, sillones, televisor, cama y al llegar al umbral de tu puerta, justo cuando iba a abrirla yo, me abriste tú la puerta y durante unos segundos me embargó una inmensa alegría y una profunda confusión porque en el fondo yo sabía que ya no estabas, que no existías y me tambaleaba entre el miedo a abrazar a tu fantasma y la necesidad enorme de hacerlo.
Al final pudo más mi amor por ti y mis infinitas ganas de abrazarte que el miedo y entré en casa contigo y me dijiste que te habías quedado allí a vivir, que no podrías salir nunca al mundo exterior pero que dentro de aquella casa estarías siempre.
Y allí estuve contigo yaya, como en los viejos tiempos, escuchando tus risas, mirando tu caminar, tus idas y venidas de la cocina al comedor, del comedor a la cocina.
Pero se acabó el cuento y también en el sueño alguien llamó a tu puerta y al tener que abrirle yo a la vida, tú te esfumaste.
Yo tuve que volver a salir y pese a no volverte a ver supe que seguías estando dentro de casa y desperté, desperté al mundo real de mi cama medio llena o medio vacía y tu sonrisa y tu abrazo todavía seguía pegado a mi cuerpo.
Ahora escribo y me resbalan gotitas saladas que se descuelgan de mi lacrimal, no puedo evitarlo yaya, te echo tanto de menos...
Y dicen que la muerte existe para que podamos apreciar bien la vida y yo la aprecio yaya, pero en ocasiones no puedo evitar sentirme triste cuando hago conscientes en mi cerebro palabras que me cuentan que no te voy a volver a poder abrazar y besar.
Tengo las anginas duras haciéndome daño mientras escribo, pelean por no desatar mares en mis ojos.
Se que son mis compuertas y andan con tanta presión que me duelen en este titánico esfuerzo por no derramar más lágrimas.
Duele la muerte, duele a veces la vida sin ellos, pero es así el mundo sobre el que llevamos rodando ya media vida y sé que detrás de esta nube lluviosa que moja mi cara, en breve va a salir el sol, siempre lo hace y de nuevo tu sonrisa, yaya, brillará en la mía.
Comentarios
Publicar un comentario