No tengo ganas

No tengo ganas ni de ver su rostro así que en un simple gesto de mi dedo sustituyo una foto por otra y dejo de tenerlo semi presente allá donde quiera que vaya.

No tengo ganas de pensar en positivo, se me agotó la inventiva y a ese mantra de al mal tiempo buena cara le pueden dar por el culo también y si me apetece tener mala cara pues mala cara que planto y a tomar viento y aquí paz y allí gloria.

No tengo ganas de tener paciencia, se me rebotó la paciencia, me sacó el dedo de la palabrota, se vistió de punki y esta vez me mandó a tomar por culo a mi, de forma y manera que las buenas palabras, las tranquilas palabras, las correctas y pacientes palabras aderezadas con burdos consejos, que no quiero ni pa mi, se han largao a conocer mundo y andan con piercings en la lengua, en los labios, en las cejas, en la oreja y allá donde le haya salido del potorro ponérselo.

No tengo ganas de ver unas vacaciones de puta madre a la vuelta de la esquina, porque ya no me trago el cuento, porque estoy hasta la mismísima vulva (uyyyyy qué fina..., malo...) de disfrazar cual carnával de febrero en pleno estío lo que no hay Dios ni sursum corda que logre disfrazar y que de el pego.

No tengo ganas de creer en lo increíble, de volver a arrodillarme a la orilla de este mar mediterráneo para construír esos castillos de arena tan endebles, tan húmedos que auguran en la próxima marea venirse abajo mucho más rápidamente de lo que fueron alzados.

No tengo ganas de seguir dentro de la tele como Caroline y que yo misma sea la medium que continuamente me esté gritando "ve hacia la luz, ve hacia la luz.

Si tengo que vivir en penumbra vivo, que nadie se empeñe en convencerme de que la vida es de color rosa, ni fucsia, ni verde, ni marrón, ni hostias.

No tengo ganas y cuando no tengo ganas y me revelo cuelgo la bata blanca, tiro por la ventana el diván y que haga terapia su puta madre.

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