Principio de incertidumbre

Principio de incertidumbre.

Siento el principio de incertidumbre dando sus primeros pasos dentro de mi.

Incertidumbre, esa nube espesa, densa y blanca que no te deja ver a más de dos dedos de tu rostro, esa brumosa realidad que te confina a caminar sin saber hacia dónde conduces tus pasos.

Dicen que hay que vivir el presente y de eso no tengo la menor duda. Pero quién no ha querido hacer planes alguna vez aunque luego se trunquen, quién no se ha contado el cuento de la lechera aún a sabiendas de que los cántaros se rompen.

Siento el principio de incertidumbre dentro de mi y la primera prenda que me ha dado para que me vista con ella ha sido una leve apatía que me impide irme a caminar, seguida de un a la mierda me como este trozo de pan que tampoco me sobran tantos kilos.

Me falta ilusión y no se en cuál hostias de supermercado me pueden vender, ni aunque sea, media cuarta.

Dicen que a los niños hay que dotarlos de ciertas costumbres, rutinas o certezas que le anticipen su día, su mañana, su futuro inmediato.

Yo creo que también deben de ser como una especie de faro para algunos adultos entre, en los que al parecer, me hospedo.

Hoy me he acabado una novela, he continuado otra a la que le queda muy poco, donde un señor alcohólico retrata a todas las mujeres que se tiró y todas las botellas que se trincó, 

Me he comido media pizza casera de jamón serrano, he visto dos capítulos de a dos metros bajo tierra y no he ido a andar. 

Y aún con todas esas pequeñas cosas, con las que suelo ser sencillamente feliz, siento en mi boca seca el principio de incertidumbre y no se cómo hacer para mandarlo a la mierda.

Tal vez si me cuento un enésimo cuento consiga creérmelo y por ende mis glándulas salivales humedezcan las paredes de mi boca seca.

Tal vez si comprendo que hasta los cuentos más certeros son solo eso, cuentos, convezca a la señora incertidumbre de que vaya a llamar a otra puerta.