Ríete tú del chulo de Tarantino
Hoy he despertado con la punta del sueño en mis retinas y con un pie en el suelo y el otro todavía en el lodo de esa tierra inestable por la que divago en sueños, he intentado dar sentido a esas historias oníricas que parecen sacadas de la única vez en mi vida que probé el LSD.
Tengo una directora de cine dentro de mis neuronas que ríete tú del chulo del Tarantino, peazo guiones se gasta la tía. Cualquier día me pone a hablar en suajili o me calza alas en los pies como no se qué logo de bebida cafeinada y me hace replantearme a qué hostias de especie animal pertenezco.
Dicen que situaciones tensas o el propio miedo son el refrigerio preferido de esta peculiar directora y en estos tiempos calurosos del veranito, la tía se me debe de estar poniendo fina, a base de chupitos helaos o directamente pintas de miedo, angustia o tensión por un tubo, de la que a menudo no soy ni consciente.
Así que esta noche la tía me ha metido en una peli que ni el Hitchcock con sus pajarracos bajando en picado sobre tu testa. Y yo como zombie en esa serie que aún no he visto (y que no me atrae mucho ver) he dado más tumbos que una peonza y dos horas y media después de sacar ese segundo pie del lodazal del campo onírico aún ando intentando querer entender qué hostias quiso decir la de la silla plegable con lona a su espalda y porqué ese empeño en hacerme vivir media noche en un ayyy perpetuo ¡joder! que una ya tiene una edad y cualquier día me da un jamacuco sin siquiera darme oportunidad de despedirme de este mundo real con los ojos abiertos.
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