Tengo una directora de cine alojada dentro
Tengo una directora de cine alojada en mi cerebro, una guionista, una actriz y un selecto elenco de actores que ni siquiera saben que han sido convocados a mi estudio para rodar la función.
Hoy he amanecido con las letras de los créditos bajando por la pantalla trasera de mis párpados y la música de fondo ni siquiera era capaz de captarla porque andaba con los ojos como plato, incrédula,ante lo que mis neuronas oníricas osan contarme por las noches, así sin previo aviso, jugando a cuchichear mis pensamientos más ocultos, para luego largármelos a bocajarro, en un largometraje de no se cuántas horas de duración.
Mi alterego se ha sentado en una de esas sillas plegables de madera y lona negra, ha cogido un embudo de la cocina y así, a medio camino entre cómica y girada se ha puesto a gritar aquello de “acción” y mis neuronas espabiladas se han disfrazado de ellos dos, con sus voces, sus rostros, sus maneras de caminar, de hablar y de sonreír.
En medio de la tragicomedia andaba yo, una yo inmersa en un mar de dudas, que me lanzaba contra el rompeolas de mi imaginación dejándome las tripas con la marea de mis contradicciones.
Mi suerte es que todo ha sido pura ficción, pero me he despertado con el salitre de tanta agua tragada, alojada entre mis dientes. Y a dos horas y media de haberme sonado el despertador, todavía ando masticando minúsculas partículas de la arena de ese fondo oceánico, que hoy ha venido a verme.
Me pregunto si es que dentro de mi me cuento historias tan bajito, que a menudo ni soy consciente de ellas.
Me pregunto si son todas esas historias contadas en voz bajita, las que alimentan estos sueños tan vívidos y si de ellos, una vez vistos, puedo aprender algo.
Luces, cámara, acción.
Comentarios
Publicar un comentario