Hasta siempre Pepe

Ya te fuiste Pepe, ya vas camino de ese descanso eterno en el que nos volvemos a mezclar con todo aquello que nos hizo posible. 

Te debiste ir pensando que, aunque ya sin consciencia, andarías eternamente desintegrándote junto a tu querida perra, esa que seguro te ofreció el reflejo en sus pupilas de lo verdaderamente importante.

Ya te fuiste Pepe y aunque andaba sabiendo que te ibas, algo dentro me pellizca porque hoy, sin ti, andamos un poco más solos. 

He de contarte Pepe que has sido semilla mucho antes de nutrir a esa tierra tan amada por ti, que en cada uno de nuestros corazones, a nivel mundial, has depositado la esencia de la que crecen fuertes raíces, hacia dentro y hacia fuera, en forma de brazos y abrazos que tratarán de luchar por el mundo que toda especie nos merecemos. 

Me quedo con tu mirada limpia, alegre, sonriente. Una mirada que no precisaba de labios para contarte que no existe el odio, la rabia, la arrogancia, ni la violencia en su fuero más interno. 

Me quedo con tu humilde sabiduría, esa que se transmite sin grandes pompas, ni fastos que pretendan dar más notoriedad o valor a lo transmitido. 

Recogemos tu testigo en esta carrera de relevos a la que llegamos con el primer homínido, intentando hacer de la convivencia un ejercicio lo más justo e igualitario posible.

Hasta siempre Pepe, gracias por habernos compartido tu existencia.