Queridos hijos de la gran puta
Frente al odio, la violencia y la corrupción, la esperanza por bandera.
Siempre hemos conseguido avanzar, pese a ellos, pese a que nos intenten exterminar.
Exactamente igual que están haciendo con los palestinos.
Pero no han conseguido borrarnos del mapa, que nuestra causa no vuelva a nacer en otros cuerpos, en otras mentes que alcanzan a comprender lo realmente importante, lo imprescindible de la cooperación como especie para sobrevivir.
No la destrucción.
Intentan sacarnos la bilis, pero con la edad he conseguido domar a mis caballos.
Ya no salen en estampida y resoplando como hacían antaño.
Ahora cuento hasta tres y mis intestinos se destensan, borran de mi mirada esa fina capa gris de mierda que intenta emponzoñar nuestra razón, impregnándola de su misma medicina, rabia, odio y violencia.
Pues no hijos de la gran puta, no.
Desde aquí, de a poquitos, vamos a seguir construyendo puentes chiquitos, medianos y grandes, para ayudar a cruzar las penas a los más desfavorecidos, para que en nuestras pequeñas comunidades vuestras garras de esclavitud y muerte no tengan cabida.
Para que como las hormigas, sin que os deis cuenta, hayamos construido una red sólida y grande de hormigueros donde las manos y los puños no se usen para machacar al de abajo, al de al lado o al de en frente, si no para ayudar, cuidar y mimar.
Porque cuando los miembros de una sociedad ayudan, cuidan y miman, se está ayudando, cuidando y mimando a si misma, en su conjunto.
Vamos haciendo pueblo. Puerta a puerta, barrio a barrio, comarca a comarca.
Seguir aventando vuestro odio que nosotros seguiremos abriendo las ventanas.
Y el viento, queridos hijos de la gran puta, hará el resto.
Comentarios
Publicar un comentario